Las claves para saber si tus encías están sanas
Las claves para saber si tus encías están sanas
Muchos pacientes desean tener una sonrisa perfecta, por lo que muchos se preocupan de sus dientes pero no de las encías, lo que es un grave error. El color y textura de las encías pueden indicar en qué estado se encuentran.
Contar con unas encías sanas es vital para el estado de salud bucal, y de todo el cuerpo. Por ello, nosotros siempre incidimos en la importancia de una óptima higiene bucodental.
Su aspecto ha de ser parecido al de ‘la piel de naranja’, según indica el periodoncista (odontólogo especialista en encías). Cuando se produce una inflamación de este tejido por bacterias, la encía pierde su apariencia consistente y puede presentar una menos firme y más fluctuante, edematosa y enrojecida. Por otro lado, si se descama y está muy irritada cerca de los dientes, podría deberse a un trastorno autoinmune.
En este sentido, es necesario realizar un adecuado cepillado que englobe la parte interna y externa de los dientes, así como las encías, la lengua y el paladar. Asimismo, es aconsejable el uso de hilo dental diario, un colutorio y una pasta dental específica para el cuidado de encía
Si observas que cuando te lavas los dientes hay sangrado podría ser un signo crítico a la hora de determinar que algo no va bien. Esto no se debe a que el cepillo nos haga daño, sino al exceso de placa dental que irrita la encía y produce el sangrado al cepillarla. El experto asegura que, al contrario de lo que mucha gente piensa, es beneficioso cepillar más en esa área.
¿Qué dice el color de tus encías sobre tu salud?
Cuando sonreímos no solo mostramos los dientes, sino que también dejamos ver buena parte de las encías. Sin embargo, aunque nos suele preocupar mucho el color de los dientes, no solemos prestar atención al color de nuestras encías. Y eso que éstas nos pueden dar muchas pistas de nuestra salud.
Unas encías sanas tienen que ser de color rosa claro o coral, que es un poco más intenso. Otras coloraciones, como las blanquecinas, enrojecidas o amoratadas, pueden ser síntoma de alguna enfermedad o infección.
El color de las encías revela información relevante para la salud bucodental:
– Encías rosas coral: este color indica que la encía está sana, por lo que no hay que preocuparse.
– Encías blancas o rosa pálido: éste podría ser un indicativo de padecer anemia. La disminución de los índices de hemoglobina da como resultado la palidez de las encías, así como la dificultad para respirar y el cansancio. Asimismo, si las encías están recubiertas de una capa blanquecina podría tratarse de una estomatitis herpética, una patología que se transmite por el virus del herpes.
– Encías rojo brillante: este color determina la inflamación de la encía. Éste suele ser uno de los síntomas de alguna enfermedad periodontal, como la gingivitis o la periodontitis. Además del enrojecimiento, el sangrado puede ser otro de sus síntomas. En este caso, es aconsejable que acudas a tu dentista de confianza lo antes posible para realizar una valoración específica de las encías.
Características de las encías enfermas
El aspecto de las encías puede ser un indicador principal de la presencia de alguna patología bucal. Algunos síntomas que se manifiestan a través de las encías son:
– Encías inflamadas. La apariencia más hinchada o agrandada de lo habitual es algo común. No obstante, aunque muchas veces no se preste suficiente atención, es importante hacer un diagnóstico a tiempo para establecer un tratamiento y evitar complicaciones.
– Encías retraídas. Dos de los principales motivos de las encías retraídas son el cepillado agresivo y las enfermedades periodontales. Los pacientes con este problema han perdido parte de la encía, dejando la raíz del diente descubierta. Se recomienda acudir al odontólogo lo antes posible.
– Candidiasis bucal. Es una enfermedad provocada por un hongo. Se reconoce por provocar placas de color amarillo en las encías. Es un problema más frecuente en pacientes que llevan prótesis dentales y en aquellos cuyo sistema inmunológico no funciona bien, aunque también en recién nacidos.
La enfermedad de las encías
Precisamente el sangrado podría indicar que sufrimos una gingivitis o la enfermedad de las encías. Se trata una inflamación provocada por las bacterias que forman la placa y el sarro (depósito duro por la mineralización de la propia placa), que se acumulan en entre la base de los dientes y la encía produciendo el sangrado.
Sus síntomas son enrojecimiento e hinchazón, sangrado (tanto durante el cepillado como espontáneo), así como también puede provocar mal olor y sabor de boca. Afortunadamente, son reversibles si ponemos remedio a tiempo y mantenemos una higiene adecuada.
Su tratamiento es sencillo, tan solo ha de eliminarse la placa y el cálculo dental, mediante ultrasonidos y curetas. Después en casa, debemos mejorar la técnica de higiene oral usando también otros métodos, además del cepillo, como la seda y los cepillos interdentales. Además, se recomienda realizar todos los días enjuagues con un colutorio de clorhexidina para que la gingivitis remita durante el tiempo indicado por el odontólogo.
Para que no se vuelva a repetir, es conveniente mantener de manera constante estas medidas de limpieza y acudir a visitas de mantenimiento periódicamente para que un profesional elimine el cálculo.
La temible piorrea
La peor consecuencia de descuidar u obviar una gingivitis es que derive a una periodontitis, conocida vulgarmente como piorrea. Es una infección que, además de afectar a las encías, también se caracteriza por la destrucción progresiva de los tejidos de soporte del diente o hueso.
Existe una predisposición genética de algunas personas, cuya placa bacteriana ataca a encías y hueso, aunque también existen otros factores de riesgo como el tabaco, el estrés…que aceleran la evolución de la enfermedad hasta finalmente la caída de los dientes en un periodo variable de tiempo.
Debido a que es un proceso indoloro y precoz, debes de estar muy atento a señales como: dientes más largos por la retracción de las encías; movilidad dentaria, a consecuencia de la reabsorción de hueso alrededor de los dientes; y como consecuencia final, la pérdida de piezas dentarias. Asimismo, produce mal olor y sabor de boca, por los productos de desecho del metabolismo de la placa bacteriana y el sarro, y desplazamiento de los dientes -malposiciones o aumento del espacio-, ya que hay una pérdida de los tejidos de soporte dental que facilitan su migración.
Antes de nada, se realiza un periodontograma y una serie de radiografías para determinar cuánta pérdida ósea ha sufrido el paciente. También se lleva a cabo un análisis microbiológico de las bacterias de la boca y se evalúa cómo se cepilla los dientes y cuáles son sus hábitos de higiene en general, al igual que la manera en la que mejorarlos.
La primera parte del tratamiento consiste en eliminar con anestesia el cálculo que existe por debajo de la encía, mediantes curetas y ultrasonidos (conocido como raspado y alisado radicular o fase básica).
Si tras un primer raspado, se ha conseguido eliminar todo el sarro bajo las encías y ya no hay presencia de bolsas periodontales profundas (a más de 5-6 mm) ni sangrado, en algunos casos es posible regenerar el hueso perdido, aplicando diferentes productos en el fondo de los defectos óseos. La fase quirúrgica también es bajo anestesia y una vez completada, el paciente solo tendrá que llevar a cabo un mantenimiento periodontal.
Aún así, antes de llegar a este punto, es conveniente que hagas las visitas pertinentes al dentista, que variará según tus necesidades, y llevar una adecuada y diaria higiene bucal para mantener tu boca sana.